jueves, 25 de agosto de 2011

Primeras impresiones

Tras una semana y dos días en tierras angelicales, ya me he saltado a la torera el propósito de mantener una mínima regularidad con el blog. La vida aquí por el momento está siendo caótica, apenas paramos por casa y, cuando lo hacemos, las gestiones interminables nos persiguen y nos atormentan hasta la hora de acostarnos.

A falta de inspiración y de tiempo para escribir y reflexionar en profundidad sobre los acontecimientos y novedades non-stop de esta semana en forma de anécdota diaria, por el momento he preferido redactar una lista rápida de los aspectos que me han llamado la atención de la cultura americana. Así que ahí van unas primeras impresiones tras el primer “culture shock”:

- La regla del “todo a lo grande”. Aquí todo es gigante. Las distancias, los coches, las bolsas de comida, la falsedad... (ups, esta última se me ha colado, pero hablaré de ella más adelante).

- La amabilidad de la gente es proporcional a las que te clavan por la espalda. Es decir, todos son hiper mega ultra super agradables. La atención al cliente es lo más fabuloso que he visto. Nadie descansa hasta que te des por satisfecho como cliente. Si tienes cualquier problema, no se mueven hasta habértelo solucionado, y siempre de muy buenas maneras. Lo mismito que en España, vamos.

- A la gente le gusta arreglarse. Y el dinero. Y los tacones. Y el dinero. Y las extensiones de pelo. Y el dinero. Y la clase social. Y el dinero. Básicamente su vida gira en torno a las apariencias y al dinero.

- Los españoles somos guays. Llegas a USA, dices que vienes de España y a la gente automáticamente se le agranda aún más la sonrisa y le aumentan aún más la tonalidad y los decibelios de la voz.

- Los horarios y la vida nocturna no tienen nada que ver con los nuestros. Se sale a los bares o clubs a partir de las 9 o 10 de la noche. Si vuelves a casa pasadas las 3am, eres un desfasado de la vida. Si te levantas más tarde de las 11am, eres un desecho social.

- La cultura del "te conozco, te beso y te llevo a la cama" aquí es sustituida por un "te conozco, te pido una cita, te paso a buscar y te invito a cenar". Intentar besar en la primera noche es de maleducados. Llevar a una chica a una cita y no pagar la cena es escandaloso. Y por norma general, nada de beso hasta la segunda cita. Sí, no es americanada cinematográfica, es real y es el compartamiento habitual de los jóvenes desde los 18 años.

- No importa a dónde vayas... siempre hay papel higiénico en los baños. Siempre.

- El mito de la gasolina barata no existe, son los padres.

- Lo que sí que existe es el jet lag, y no nos llevamos muy bien. Mi habitual insomnio español se transformó aquí durante la primera semana en un sistemático escozor de ojos a partir de las 10 de la noche (lo cual convertía las conversaciones nocturnas de los bares en encuentros bastante divertidos; estoy segura de que frotarme los ojos cada media frase debió de causar una apariencia de total normalidad y ausencia de trastornos mentales). Sin embargo, a las 6 de la mañana mis ojos se querían ir de fiesta, a darlo todo con los trabajadores madrugadores, y pasaban al modo “abrámonos como platos, así, por fastidiar”.

- Tampoco es un mito infundado eso de la policía mal-rollito corrupta mejicana. Y vivirlo en primera persona da un poco de canguele. Pero eso es otro capítulo de la historia, un paréntesis mejicano en la aventura americana.

Ahora toca seguir escribiendo episodios en forma de compañías de gas, luz e Internet. Volveré.

domingo, 7 de agosto de 2011

Billete de ida y vuelta

A una semana de El Viaje y sin tener aún muy claro qué quiero contar, cómo y por qué, me he decidido por fin a estrenar este intento de blog. Parece que eso de estar a punto de vivir un cambio radical en tu vida te despierta la necesidad de plasmar cada momento y cada pensamiento en algún rincón resistente al paso del tiempo, ya que la memoria, además de selectiva, es un poco cabrita, y tiende a desteñir hasta el recuerdo que creíamos haber escrito en rotulador permanente. Cuando mis 15 años y yo nos fuimos por primera vez a Inglaterra, escribí un diario de casi cien páginas de mera divagación anecdótica, al más puro estilo Bridget Jones pero con bastante menos gracia y sin contar calorías. Ahora se lleva más esto del blog, no sé si por la simple practicidad de ahorrar en tiempo, tinta y espacio (sobre todo en tinta, que la cosa está muy mal), o porque en el fondo nos atrae la idea de obligarnos a compartir ese trocito de nosotros mismos que normalmente no mostramos ni al espejo.

Soy un desastre y empiezo por el final, o por el intermedio, o por frases inconcretas e inconexas. Me cuesta unir pensamientos. Ideas que vienen, se van y vuelven al ritmo de mi ventilador, sin ningún tipo de unidad y mucha menos coherencia. No lo puedo evitar. Soy géminis, signo de aire, pura dispersión. Con esto ya me he definido en un 80%. Por lo demás, me llamo Andrea, nací hace 22 mayos y he decidido abrir este espacio para relatar lo que ocurrirá entre dos fechas que desde hace unas semanas marqué como importantes en el calendario:

- 15 de agosto de 2011: billete de ida a Los Angeles.
- 13 de junio de 2012: billete de vuelta.

Me paso la vida corriendo y huyendo, saltando y esquivando. Pero siempre en círculos, sin alejarme demasiado, no vaya a ser que decida volver. Esta vez el salto es real, grande y físico. Un primer intento de cerrar algunas de las puertas que siempre he necesitado dejar entornadas. Pero llevándome una copia de las llaves, por si acaso. Algún día quizás aprenda a vivir sin que me angustien los cambios de cerradura.

No sé qué tal se me dará este nuevo experimento al que me sigo refiriendo como “esto del blog”. Demasiada primera persona. Nunca me ha gustado mucho hablar en primera persona. Me gusta más la segunda, es más segura. La primera del plural tampoco está mal, a veces. Solo a veces. La primera te obliga a saltar de la grada cómoda y resguardada, a dejar de reír, llorar o aplaudir desde el asiento, e implicarte de verdad en la función. Da un poco de miedo. Pero lo intentaré.

Quedan 7 días.